sábado, 5 de octubre de 2013

Hambre de Knut Hamsun: el refugio de la creación frente a la desventura que se avecina

Llegué a este libro por recomendación de un lector voraz. El señor no tiene mal gusto. Tengo mi lista de libros para leer pero de vez en cuando, me atasco, y pido a determinadas personas, de las que valoro su criterio, alguna recomendación. No está mal para empezar, aunque no dejen de ser prejuicios que podrían sesgar la opinión de cualquier lector, que escritores como Henry Miller le calificaran como "el Dickens de mi generación", que Thomas Mann dijera de él "nunca nadie ha merecido tanto el premio Nobel" o que Hermann Hesse lo identificara como "mi escritor favorito". No obstante, mientras que en Alemania sus obras se vendían como la espuma, en Gran Bretaña ocurría casi lo contrario. Quizá tenga que ver su simpatía hacia el régimen nazi; a las tres semanas de su 80 cumpleaños, estalló la guerra, y las autoridades alemanas le pidieron que colaborase en su propaganda. Pero este blog está diseñado para disfrutar de los pequeños placeres que te ofrece la vida fuera de la pecera, y la cuestión política la dejo al margen. Ya sabéis: "No se debe hablar de política, religión o fútbol" ;-)


Hambre

El personaje principal del libro, es un hombre, sin nombre, que trata de sobrevivir en Ciudadanía - actual Oslo - mediante la creación literaria. Hambre recoge la rutina de un hombre que se enfrenta con el mundo, que está apartado de él por no tener recursos económicos. Un hombre que muestra grandes valores en ocasiones, como la honradez, la integridad, la honestidad, pero que a su vez, muestra en momentos de desesperación, la otra cara de la moneda. Y es que todos podemos hacer todo en un momento dado, sólo necesitamos un motivo de peso o que nuestra mente racional deje de funcionar y surja el cerebro primitivo, ése que nos permite sobrevivir. Cuando estás leyendo el libro te preguntas, ¿por qué el sin nombre no pedirá ayuda? ¿prefiere morirse de hambre a dejar su orgullo apartado? Si no tiene cubiertas sus necesidades primarias - ésas que se sitúan en la base de la pirámide de Maslow - ¿cómo puede querer optar a la autorrealización de la cúspide? Seguramente sea natural hacerse ese tipo de preguntas, pero si uno se mete dentro del protagonista - y Hamsun logra que lo hagas - puede imaginarse y comprender los comportamientos del protagonista, que entre los sucesivos capítulos de hambre que experimenta, pretende incluso vender los mismos botones de su chaqueta. En algún momento extremo, en un impulso irrefrenable, comete un pequeño robo a un tendero para poder alimentarse. Sin embargo, vuelven a surgir en él los remordimientos de conciencia, y regala el dinero robado a una vendedora callejera de dulces. Esa dicotomía, esas dobleces que todos tenemos en determinados momentos, se dejan ver una y otra vez durante toda la novela. El sin nombre, sólo cuenta con unos cuantos papeles y un lápiz con el que trata de escribir artículos periodísticos y casi siempre consigue salir de todos los atolladeros, pues el talento no le falta aunque es seguro que inteligencia emocional sí; y es que en los subsuelos de esa aparente honradez, tal vez se esconde cierta soberbia que le impide mejorar su situación. 

El señor tiene tiempo hasta de "enamorarse". Aparece una mujer a la que llama Ylayali. E igual que aparece, desaparece, pues tiene otros menesteres de los que ocuparse - su propia supervivencia.

Hambre es el grito y el enfrentamiento del individuo contra el mundo, es desesperación y angustia pero también es intimidad, pensamientos al descubierto y refugio en la creación artística ante la desventura de un futuro que pinta muy negro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario